miércoles, 29 de septiembre de 2010

Una historia hermosa

Ella dió un salto tan pronto vio al cirujano salir de la sala de operaciones




Ella dijo: 'Cómo está mi pequeño?



Estará bien?



Cuándo lo puedo ver?'



El cirujano dijo, 'Lo siento.

Hicimos lo que pudimos, pero él no pudo.'



Sally dijo, 'Porqué a los niños les puede dar cáncer?



Será que Dios no los cuida más?



Dónde estabas, Dios, cuando mi niño te necesitaba?'



El cirujano le preguntó, 'Te gustaría un tiempo a solas con tu hijo?



Una de las enfermeras estará afuera en un momento, antes de que lleven al niño a la Universidad.'



Sally preguntó a la enfermera si podía quedarse con ella mientras se despedía de su pequeño. Ella pasó sus dedos amorosamente a través del cabello rizado y rojizo del niño.



'Te gustaría mantener un pedazo de su cabello?' preguntó la enfermera.



Sally asintió que sí. La enfermera cortó un pedazo de cabello, lo colocó en una bolsa plástica y lo entregó a Sally.



La madre dijo, 'Fue idea de Jimmy donar su cuerpo a la Universidad para estudio. Él dijo que podía ayudar a otros..



'Primero le dije que no, pero Jimmy dijo, 'Mamá, no lo voy a usar más cuando muera. Tal vez pueda ayudar a otro niño a pasar un día más con su mamá.



'Mi Jimmy tenía un corazón de oro. Siempre pensando en los demás. Siempre queriendo ayudar a los demás si podía..'



Sally caminó afuera del Children's Mercy Hospital por última vez, luego de haber pasado la mayoría de los pasados 6 meses allí.



Colocó las pertenencias de Jimmy en el asiento del pasajero. El conducir al hogar fue difícil. Y más difícil entrar a la casa vacía..

Cargó las pertenencias de Jimmy, y la bolsita plástica con su cabello hasta la habitación de su hijo.



Comenzó a colocar los carritos y las otras cosas personales de vuelta en el lugar exacto donde él las tenía en su cuarto.



Ella se dejó caer sobre su cama y abrazando su almohada, lloró hasta quedar dormida.

Era alrededor de la medianoche cuando despertó.



Y colocada al lado de ella en la cama había una carta.



La carta decía:



'Querida Mamá,

Sé que me vas a extrañar;

pero no pienses que yo te olvidaré, o dejaré de amarte, sólo no estaré físicamente alrededor tuyo

para decirte

'Te Amo’.



Yo siempre te amaré, Mamá, aún más cada día. Algún día nos volveremos a encontrar. Mientras tanto, si quieres adopta otro niño y así no estarás tan sola, eso estará bien para mí.



El podrá usar mi cuarto y mis viejos juguetes.



Pero, si decides adoptar una niña, a ella probablemente no le gustará jugar con las cosas de niños..



Tendrás que comprarle muñecas y cosas de niña, tu sabes.. No estés triste pensando en mí. Éste es un lugar realmente maravilloso.. La abuela y el abuelo me reconocieron tan pronto llegué aquí y me mostraron todo el lugar, pero tomará un largo tiempo verlo todo.



Los ángeles son extraordinarios. Me encanta verlos volar. . y ¿ sabes? Jesús no se parece a ninguna de las fotos que pintan de él. Aún así tan pronto lo ví, lo reconocí, sabía que era él.., . Jesús mismo me llevó a conocer a Dios! Y sabes qué mamá? Dios me sentó en su rodilla y habló conmigo, como si yo fuera alguien importante!



Ahí fue cuando le dije que yo quería escribirte una carta para despedirme de tí y decirte cómo me siento ahora.. Pero yo creía que no se permitía. Pero sabes qué mamá? Dios me dió papel y su pluma personal para que yo te escribiera esta carta.



Creo que Gabriel es el nombre del ángel que te llevó esta carta. Dios me dijo que te contestara una de las preguntas que le hiciste.. 'Dónde estaba él cuando yo lo necesitaba?'



'Dios me dijo que estaba en el mismo lugar conmigo, como cuando Su hijo Jesús estaba en la cruz'.



Él estaba justo ahí, según está siempre con todas sus pequeñas criaturas.. Pero de todos modos, Mamá, nadie más puede ver lo que te he escrito… Sólo tú... Para todos los demás, esto es sólo un pedazo de papel en blanco. No es fantástico? Tengo que devolverle la pluma a Dios ahora.





Él la necesita para escribir más nombres en el Libro de la Vida. Esta noche voy a sentarme a la mesa con Dios para comer. Estoy seguro que la comida será sabrosa... Oh, olvidé decirte... Ya no me duele más... Ya no siento ningún dolor.... Estoy feliz porque puedo estar de pie y correr. Sin sentir más dolor y así Dios no me ve angustiado y dolorido.



Por eso Él envió el ángel de la misericordia a rescatarme...

El Ángel dijo que era una entrega especial.

Qué crees...?

¡ Nítido..! ¿Verdad?



Firmado con el amor de Dios, Jesús & Yo... Tu Jimmy..

anonimo

domingo, 12 de septiembre de 2010

La novia y la novicia

Diez pretendientes tuvo Ruperta. Bueno, claro, no simultáneamente los diez. Pero siempre se dio el lujo de decirles que no. Cuando alguno se ponía más insistente, y buscaba oportunidad de entrar en su vida, decididamente cortaba con una negativa que lo alejaba sin explicaciones.Cuando dijo el primer no, tenía clara conciencia de que aún le quedaban al menos nueve sí como posibles. Y como era joven y bonita, la seducía la idea de vivir de los posibles. Por ello el decir un no, la gratificaba asegurándola en su posición un tanto romántica de estar disponible para no sé qué futuro.Pero era evidente que con decir simplemente que no, el futuro no se construía. Cada negativa la dejaba exactamente donde estaba, y cada vez un poco más cerrada sobre sí misma. A medida que crecía el número de sus no, se iban acortando proporcionalmente las posibilidades de sus sí.

Y pasaron los años. Cuando pegó la curva de los treinta y cinco, se dio cuenta de que su actitud conducía a nada. Apagó sus humos, reflexionó sobre su vida, y se abrió a los demás. Y aunque humanamente tuvo que renunciar a muchas de sus expectativas, por último corajió una de las posibilidades y comenzó su primer noviazgo a fondo. Lo defendió con uñas y dientes, sobre todo de sí misma y de sus ilusiones un tanto adolescentes. Y finalmente se dio cuenta de que valía la pena decir un sí a la vida y al amor.

La mañana que se casaron &endash; porque se casaron de mañana &endash; unas cuantas amigas la acompañaron en su ceremonia. Todas se emocionaron felicitándola por el paso que daba. Quizá las amigas no se daban cuenta que Ruperta al decir en esa mañana su sí, englobaba en él todos los no a las futuras posibilidades que se le pudieran presentar. Porque aquella aceptación incluía definitivamente la renuncia a todos los otros hombres que pudiera presentársele en su vida. Pero eran personas realistas. Por ello se alegraron sinceramente por su elección. Sabían que sólo a través del sí, ella se ponía en marcha hacia el futuro, hacia la vida. Nadie se preocupaba de las renuncias encerradas en aquella elección.

La sobrina de Ruperta tenía diecisiete años. Llena de vida y con todo el futuro que le sonreía a través de los sueños de sus viejos, y de las aspiraciones de sus amistades. Había terminado quinto y tenía que decidir. Varias carreras eran posibles. Tenía inteligencia ella, y dinero sus padres. Pero desde el retiro de setiembre, algo le andaba bullendo dentro de su corazón de muchacha. Sentía que Cristo le pedía un sí entero. Y a ella le entusiasmaba la idea de decirle que sí, aunque le asustaba un poco lo que podría encerrar para el futuro.

Cuando se supo que entraba al convento, se armó un bonito revuelo entre los parientes, sobre todo entre los y las que ya habían doblado la curva de los treinta y cinco. No les entraba en la cabeza que esta chica pudiera decir de golpe que no a tantas cosas que la vida le ofrecía como posibles, sin siquiera haberlas probado. Los tenía obsesionados la idea de que la chica al entrar al convento renunciaba a un futuro profesional, a una pareja feliz, a los hijos. Renunciar a tanto ¿pero qué necesidad había? ¿Quién le habría metido en al cabeza semejante idea? Se hablaron barbaridades y se dijeron estupideces sobre las monjas a cuyo colegio sus papis la habían mandado desde pequeña, porque era un colegio bien y daba status. Se criticó al cura que les había dado el retiro de setiembre a las chicas de quinto, y discretamente la andanada salpicó a los padres que inconscientemente le habían dado el permiso para hacerlo.

En fin lo curioso fue que muy poco realmente pensaron que lo que la muchacha estaba haciendo no era decir que no a nada. Simplemente decía que sí a Alguien. Era ese sí el que encerraba tantos no. No había ninguna necesidad de esperar a los treinta y cinco como hizo la Ruperta, que se dedicó a decirlos en cómodas cuotas mensuales durante veinte años, para aflojar recién a la fuerza un sí medio tibión empollado por una nidada de no anteriores.

La conozco a esta joven, que es hoy una gran religiosa. Conserva toda la frescura de un sí grandote dicho desde el principio.

De Mamerto Menapace.