miércoles, 11 de mayo de 2011

Igualdad de género en la educación.


En la posmodernidad aún existen signos de la cultura machistas que a las mujeres les cuesta erradicar. Los cambios culturales y estructurales de la sociedad ¿favorecieron al cambio del rol de la mujer? ¿Se podría decir que ellas, en esta nueva sociedad posmoderna, tienen un mayor reconocimiento? Si revisamos la historia y comparamos la modernidad con la era posmoderna se podría decir que el feminismo ha logrado tener acceso a espacios culturales que se les era negado, como el derecho al voto democrático, importantes puestos políticos, tener voz en los discursos que atraviesan nuestra sociedad, mayor puestos de trabajo: más reconocidos y mejores pagos, etc. Podríamos hasta pensar que la cultura patriarcal ha sido devastada con los progresos feministas y que el machismo ha sido erradicado de nuestra cultura. Pero en la era posmoderna donde los grandes relatos son discutidos, donde la mujer salió del ámbito privado para destacarse en el ámbito público, aquí  todavía hay síntomas de una cultura machista. Hay un espacio donde todavía las mujeres no han podido hacerse escuchar y es en la manera en cómo nos enseñan la historia.
            En Tucumán, dentro de de la casa histórica, en donde se gestó la independencia patriótica, hay  un mural en el que se expone una línea del tiempo, compuesto por imágenes y breves oraciones que explican acontecimientos de los años mencionados allí, desde la época colonial hasta casi la actualidad. Lo que llama la atención de este mural es que las imágenes  expuestas que ilustran la historia solo aparecen hombres que lucharon  y trabajaron por lograr la independencia.  En este marco,  pensé  ¿sólo fueron hombres los que lucharon por formar nuestra independencia?  O a lo largo de la historia  la mujer no pensaba en la revolución,  en los cambios, en vivir de una manera  mejor.  Investigando y  leyendo un poco conocí grandes mujeres que lucharon con su vida, junto a los hombres, pero que no se ilustraban en aquella línea del tiempo. Y haciendo memoria tampoco recuerdo que en el colegio me hayan enseñado sobre la lucha heroica de Micaela Bastidas junto a Túpac Amaru, por la independencia de su pueblo enfrentando a los colonizadores   españoles, o la valentía guerrillera que combatió en el Alto Perú,  Juana Azurduy, por la revolución independentista ( y cuantas mujeres valientes existieron a lo largo de la historia que no figuran en este texto y en la enseñanza escolar). Este espacio de la enseñanza todavía es un lugar en el cual las mujeres no se destacan por su verdadera labor como generadora de lucha.
            Carretero sostiene que - la historia constituye un  espacio crucial para la trasmisión de valores en la escuela cuando la educación  humanística toma la forma patriótica-[1] Esta trasmisión de valores también forman parte de la construcción de la cultura en  una sociedad.  En nuestra cultura varias figuras femeninas no existen en los principales relatos escolares y son muy pocas las rememoraciones sociales públicas,  que se realizan en nombre de una mujer. Si como insinúa Carretero la escuela es la trasmisión de valores me arriesgaría decir que allí, cuando somos más propensos a aprender, en la etapa escolar, todavía surgen rasgos machistas que no dejan ilustrar que existieron mujeres que conforman nuestra historia.  Si bien, en años electorales se recuerda en el colegio la figura de Eva Duarte de Perón, por su gran labor social y su lucha por el derecho al voto femenino, también existieron otras mujeres que trabajaron con anterioridad para el derecho a voto de la mujer, como es  el caso e Alicia Morou  o Julieta Lantieri. Mujeres que no se nombran en los libros escolares.  Ni tampoco se tienen en cuenta las mujeres que lucharon en la “Resistencia Peronista” como signos de defensoras de sus ideales o en otro lugar si se toman en cuenta a las Abuelas o a las Madres de Plaza de mayo es porque los medios de comunicación las nombraron por alguna actividad hecha recientemente, pero no porque fueron enseñadas en el espacio escolar.
            No se niega que las mujeres han tenido un mayor protagonismo en los nuevos espacios posmodernos, de hecho muchas mujeres  desempeñan en la actualidad tareas  de gran importancia en la sociedad como por ejemplo los  cargos políticos, como es el caso de nuestra presienta[2], pero también es cierto que todavía existen grietas en nuestra cultura que dificultan el poder conformar la igualdad con el sexo masculino. Aquí me quiero detener: La cultura, dice Geettz , no es una ciencia exacta con sistemas estructurados sino que consiste más bien en la manera de relacionarse de las personas… la cultura es pública porque la construcción es pública y no tiene que ver con la naturaleza nata[3]. Es decir, que nuestra cultura se gesta en la manera de relacionarnos con los demás, a partir de allí vamos conformando una identidad arraigada a los principios que se nos trasmiten. Si de grandes entendemos que robar está mal porque se nos fue tramito de pequeños, se nos fue enseñado en todos los ámbitos, escolares, familiares, religiosos podemos entender también, si se nos enseña de la misma manera, que la desigualdad  también es un defecto. La manera de relacionarse de la que habla Geettz en la gesta de la cultura no es ni más ni menos que también la cotidianidad de la vida. En esta cotidianidad se encuentran todos los lugares en donde las personas se vinculan y es en esta cotidianidad por la cual se tienen que valorar ciertas maneras de trasmitirnos la historia. Volvemos entonces al punto de partida, si en la etapa en la que nos encontramos más propensos  a absorber la cultura y aprender de ella, no nos trasmiten valores de igualdad de género, cómo podríamos  pretender reconstruir luego una cultura basada en la igualdad.
            Los espacios públicos, lugares también de la vida cotidiana, toman un rol importante en la construcción de la cultura sobre las personas. Los museos, los monumentos históricos, las placas de los próceres, los nombres de las calles, todo aporta un grano de arena en la conformación de la gran identidad cultural, que comienza en el plano público y continua en lo privado. La hibridez de la cultura, las nomenclaturas y mixturas  de la cultura[4] que nota Canclini en la cultura latinoamericana deja entrever que  nuestra cultura es una mezcla de la cultura hegemónica  europea (colonizadora) con la cultura aborigen, más de la primera que de la segunda. Esto lo notamos en la forma de expresar  ciertos hitos o acontecimientos importantes de nuestra historia, sobre todo en los monumentos creados en el  siglo XIX, donde se resaltaba la grandeza y lo heroico de algún prócer, en un majestuoso monumento ubicado en un sitio de transito en el que capte la mirada del  que transita el espacio público.  Estas expresiones culturales heredadas de la cultura hegemónica se fueron replicando a lo largo y ancho de nuestro país y solo notamos en ellos la exaltación de hombres en la historia. Son contadas los nombramientos o reconocimientos a una mujer. En la actualidad, ya más cercanos a la posmodernidad que a la modernidad, son escasas las expresiones artísticas que rememoran a la mujer exaltándola como partícipe de la construcción histórica de nuestro país. Uno de los casos que vale la pena mencionar en el trabajo del reconocimiento de la figura de la mujer es el “Proyecto del Monumento de la Mujer Originaria” iniciada por el artista plástico Andrés Zerneri que reemplazará a la estatua de Julio Argentino Roca, ubicada en el gran Buenos Aires[5].  El arte colectivo  ayuda como un generador de actos simbólicos que inspiran cambios de conciencia necesarios para consolidar modificaciones a nivel social. Es importante que la misma ciudadanía se reapropié de lo público y de nuestra historia, logrando así cambiar ciertos conceptos que se nos fueron implantados desde los discursos escolares.
            De esta manera ¿es descabellado pensar que con una mejor planificación de la educación y  mejoras en los reconocimientos de los ámbitos públicos se lograría el comienzo de la erradicación de las desigualdades sociales no sólo las referidas a la de género si no también a las desigualdades sociales que se desempeñan en nuestro país? Quizás de esta manera se evitaría parte de las cuestiones problemáticas que preocupan a la sociedad,  como es la violencia de género.  


[1] Mario Carretero, Documentos de Identidad. Pág. 45.
[2] Cristina Fernández de Kichner. Presidenta de la Nación Argentina.
[3] Clifford Geertz, La interpretación de las culturas.
[4] Nestor Garcia Canclini. Culturas Hibridas- Estrategias para entrar y salir de la modernidad. “Los países latinoamericanos son actualmente resultado de tradiciones indígenas, yuxtaposiciones y entre cruzamientos de tradiciones indígenas, del hispanismo colonial católico, y de las acciones políticas, educativas y comunicacionales modernas.”
[5] Se contempla donar la proyectada escultura a la Ciudad de Buenos Aires, con la condición que sea en reemplazo de la figura ecuestre del General Roca, responsable del asesinato de cientos de miles de originarios en la Patagonia. Se pretende inaugurar la escultura en octubre del 2011, en el marco del Bicentenario de la Revolución de Mayo.